Está nervioso. Es duro. Intenta mantener la compostura. Pero tan pronto como Mickey se pone la boca encima y Colby se pone detrás de él, el juego terminó. Se toman su tiempo, no por piedad, sino para hacerle sentir cada segundo. Colby lo estira lentamente, alimentándolo pulgadas, probando sus límites mientras Mickey lo mantiene distraído y abrumado. No hay dónde correr. No hay tiempo para pensar demasiado. Solo dos tops hambrientos y un agujero atrapado en el centro. Colby lo preña: lento, profundo, implacable. Mickey mantiene a Jacob a tierra, frotando su pecho, susurrando inmundicia, viendo a su hombre romper en el nuevo chico con una fuerza deliberada. Y una vez que Colby ha terminado de reclamarlo, Mickey bucea y se lo folla hasta que está jadeando, sobreestimulado y completamente roto. Esto es más que una escena. Es un rito de paso. Jacob toma cada centímetro. Pide más. Y cuando todo ha terminado, él destroza —y oficialmente parte del universo ColbyKnox.
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